Un libro tan enigmático (como siempre) me deja con los ojos
abiertos y la garganta seca. Creo que mi parte más superficial quiere saber en
qué terminó tan extraña experiencia, pero mi yo profundo quiere saber qué es lo
que quería esa persona mostrar en este relato.
El vacío que sentimos muchos en momentos extraños, en
momentos aleatorios, en momentos nada extra ordinarios, viene como si fuera un
salvaje animal que devora todo nuestro interior, como si hubiera estado días
sin comer y justo en ese momento en que te sentías tranquilo y te echaste a la
cama y miraste el techo blanco del cuarto, decide atacar.
Cada uno se queda como un cascarón después de la
experiencia, como una piel de serpiente después de una muda. Entonces, es en
ese momento cuando nos damos cuenta qué tan llenos estamos. Cada vez que suceda
esto, es bueno preguntarse ¿es qué mi ser no llegó a ser lo suficientemente
fuerte como para evitar este ataque, este desvanecimiento de si mismo por
dentro? O tal vez la pregunta más importante y que no muchos la encuentren agradable
es que, si este animal de vacío nos devora sin piedad por dentro, ¿por qué no
pudo devorar el exterior?
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