La noche era oscura. Ella no podía ver con claridad, caminaba y caminaba sin tener un destino. Caminaba mientras la tierra bajo sus pies temblaba, se sentía molesta pero a la vez libre. Libertad era lo menos que ella se imaginaba. De repente, descubrió lo que deseaba, lo pensó durante un momento. Esperó a que el celular vibrara en el pantalón y sea él. No sucedió.
Siguió su camino entre la niebla densa y perversa que engaña a cualquier ciego y confunde a las personas. Caminó para olvidar su vida, caminó para encontrar paz. Llegó a un malecón. Se acercó y dio un vistazo al mar, a sus olas, respiro profundamente. Que hermosa nariz tenía, que bello rostro tenía y era evidente que a través de esos ojos se podía ver el infinito. Ella sonríe y mira hacia atrás como si él estuviera mirándola.
Estaba parada, el reloj se detuvo un momento. El viento pasó por su gran figura, su hermoso cabello negro y su piel suave y blanca como el algodón. Con tan solo mirarla cualquiera caería rendido sin aliento.
El mundo se detuvo y ella cayó.
Siguió su camino entre la niebla densa y perversa que engaña a cualquier ciego y confunde a las personas. Caminó para olvidar su vida, caminó para encontrar paz. Llegó a un malecón. Se acercó y dio un vistazo al mar, a sus olas, respiro profundamente. Que hermosa nariz tenía, que bello rostro tenía y era evidente que a través de esos ojos se podía ver el infinito. Ella sonríe y mira hacia atrás como si él estuviera mirándola.
Estaba parada, el reloj se detuvo un momento. El viento pasó por su gran figura, su hermoso cabello negro y su piel suave y blanca como el algodón. Con tan solo mirarla cualquiera caería rendido sin aliento.
El mundo se detuvo y ella cayó.
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