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Como si fuera ayer

El día comenzó cuando me di cuenta que la cama se hizo demasiado grande para mi cuerpo, nada es igual en el mundo, menos en el mío. Miré al rededor y noté que había salido el sol, la luz atravesaba las cortinas gruesas y por la esquina de la puerta entraba un fuerte resplandor. Giré el cuerpo lentamente y tratando de no doblar la espalda. Tenía la garganta seca y sentía mi cabeza más pesada de lo normal. Me dirigí a la cocina, agarre el jarrón lleno de agua y la serví en el vaso más grande que pude encontrar. Mi padre había salido, no lo sentí salir, ¿se habrá despedido de mí en silencio? ¿Hace cuando no lo veo? ¿Es que nos estamos acostumbrando a esta situación?

Me siento en el escritorio con una taza de café, pienso en la noche que pasó. La noche que ha podido cambiar el rumbo de mis decisiones de ahora en adelante. No espero cambiar radicalmente, simplemente, trataré de buscar la mejor manera de ser yo mismo. El verdadero yo que busca una verdadera compañía, que busca verdaderos retos y que asume verdaderas responsabilidades. Ese hombre que todavía no se hace presente en mí y que muchos tienen miedo de buscar el suyo. La vida es corta y noches como la pasada me dejan desgastado y con una sensación de vacío. No tenía idea que podía pensar en estas cosas, me pregunto ¿qué cosas estaré dispuesto a hacer cuando me lo propongan?

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