Creo que una canción es muy buena cuando suena (suena tan bien) y te olvidas que tiene letra. Aún así, la cantas deseando que eres tú quién la ha creado, sueñas con que la letra es tuya y cantas un pedazo de tu vida. Cierras los ojos y escuchas el bajo, la batería, la guitarra, cada instrumento que hacen de esa canción la mejor. Mueves los pies y miras al horizonte, te imaginas bailando en medio de la nada y tus brazos se mueven de manera incontrolable. Cada una te lleva a un camino diferente, te absorben en una historia perfecta, triste o felíz, pero perfecta. Cantas himnos de multitudes e imaginas que muchos más como tú te devuelven el canto. La piel se eriza y sientes un nudo en el pecho, un impulso a salir y buscar esa sensación en el universo, buscarla para poder tocarla y sentirla, buscarla en su estado material. Te falta el aire, la garganta se seca, tus piernas siguen moviéndose y tu cabeza está a punto de explotar, es ahí donde termina y sientes que el cuerpo entero termina con la canción, no es necesario ahora: tu voz no la necesitas, tus piernas son inútiles, tus brazos caen. Pero tu cabeza sigue en pie y deja lo físico, empieza a pensar.
Tantas buenas canciones, tantas sensaciones en una sola, tantas más por descubrir. Mi cabeza piensa y concluye que solo compartiendo este sentimiento podemos llegar a más.
nunk lo había imaginado de esa manera:
ResponderEliminar"Cantas himnos de multitudes e imaginas que muchos más como tú te devuelven el canto"
buenazo!
Andrea